Esta es la historia de cómo un grupo de dirigentes deportivos lograron que Arica se transformara en una de las subsedes del Mundial del 62. Esta es la historia de cómo dos amigos se pusieron de acuerdo para empujar una locura que parecía imposible y que en junio de ese año se hizo realidad. Esta es la historia que Carlos Dittborn y Augusto Zubiri escribieron movidos por esa incontrolable pasión que sentían por el fútbol.
Si en la actualidad Antofagasta dijera que no está en condiciones económicas de ser subsede de un mundial a jugarse en Chile como ocurrió en la antesala de la Copa del Mundo del 62, lo más seguro, es que los dirigentes del fútbol chileno le entregarían a Iquique la posibilidad de reemplazar a la ciudad de Antofagasta. Para qué vamos a entrar en detalles al respecto.
Por razones obvias, hace 61 años, prácticamente, de lo único que hablamos es del tercer lugar obtenido por “La Roja” de Fernando Riera. Y del gol convertido por Leonel Sánchez a Rusia en Arica, obviamente musicalizado con el rock del Mundial interpretado por The Ramblers.
Aunque durante seis largas décadas la hazaña deportiva ha eclipsado cualquier otro tema. Los ariqueños y ariqueñas nunca debemos perder de vista que, en la época más dorada del fútbol chileno, dos dirigentes deportivos se pusieron de acuerdo y decidieron que el Mundial de Chile comenzaría en Arica.
¿Por qué Arica? ¿Qué pasó por la cabeza del presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol? ¿Por qué nos dieron la posibilidad de soñar despiertos? ¿Por qué nos dieron el privilegio de formar parte de esa verdadera fiesta universal?
“Lo digo en broma y en serio, nos dieron la subsede del Mundial del 62 porque fuimos mentirosos, pero mentirosos buenos. El ambiente deportivo ariqueño sabe cómo mentíamos”, relata sin pudor Augusto Zubiri en su departamento ubicado en el edificio Lastarria de Arica.
“Ante las peticiones que nos hacían desde Santiago, todo teníamos que conseguirlo. Pedíamos prestados escritorios y luego los íbamos a dejar”. Los dirigentes ariqueños tampoco tenían máquinas de escribir para la prensa internacional.Y una tracalada de otras tareas que parecían imposibles de cumplir.
Junta de Adelanto
Era tanta la precariedad del Comité Organizador encabezado por Augusto Zubiri, que tampoco había pasto en la cancha del estadio Municipal; faltaban graderías; no había hoteles para los hinchas y para las selecciones de fútbol; no había conexión vial; tampoco calles pavimentadas; y cientos de otras exigencias que la Junta de Adelanto de Arica se encargaría de financiar y concretar en tiempo récord.
“Hubo mucha gente que nos ayudó a mentir cuando nos visitan los inspectores de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, pero esos ariqueños estaban inspirados en buenos propósitos y sabían que éramos capaces de conquistar uno de los mejores mundiales de esos tiempos”, relata Zubiri a la radio Minería de Arica en 1999.
El padrino
“Invitamos a Carlos Dittborn para que viniera a Arica, y por suerte quiso mucho a mi hogar. Lo único que quería era ser padrino de una de mis hijas. Así fue creciendo la disposición para que fuéramos subsede del Mundial”, comenta orgulloso Zubiri.
“Como máxima autoridad del Mundial, Carlos Dittborn luchó por Arica con tanto ahínco como nosotros”, cuenta Augusto Zubiri, quien había conocido a Carlos Dittborn cuando estaba escribiendo artículos deportivos en un diario santiaguino.
Sueño hecho realidad
Cuando en abril de 1962 Arica se había transformado en una ciudad con un estadio para 20 mil personas y con cinco canchas; cuando la avenida 18 de Septiembre estaba impecablemente pavimentada; cuando habían sido construidas más casas en la población Juan Noé y cuando los hoteles recién construidos estaban listos para recibir a las selecciones mundialistas, y cuando los ariqueños y ariqueñas expectantes esperaban el inicio del Mundial, Carlos Dittborn falleció de un infarto.
“Nunca me imaginé que el hombre que le había entregado tanto a Arica, y que nos había ayudado tanto, no iba a tener la suerte de ver su Mundial”, cuenta Zubiri, quien también recordó que en el inesperado funeral, el dirigente Juan Goñi, mirando la tumba de Dittborn dijo “Carlos tendrás la gran felicidad de ver desde el cielo las cuatro subsedes de tú Mundial de Fútbol”. Y así fue como Carlos Dittborn disfrutó del triunfo que Chile logró en Arica ante la poderosa selección de Rusia campeona de Europa. ¿Se imaginan que pasaría si Carlos Dittborn y Augusto Zubiri se pusieran de acuerdo en organizar un nuevo Mundial de Fútbol en Chile?